sábado, 15 de abril de 2023

LENDO A...

 

LENDO A CERVANTES

AS ÁRBORES NO QUIJOTE

 

(As árbores non faltan nas ilustracións de Gustave Doré)

 

Podedes imaxinar determinadas pasaxes do Quijote sen a presenza das árbores? Por exemplo, as queixas de Grisóstomo ou as réplicas de Marcela. Ou a cacería do xabaril na segunda parte, en terras de Aragón… O encontro con Roque Guinart etc. Hoxe adiantarémonos ao 23 de abril porque estaremos de viaxe e homenaxearemos minimamente o autor universal de apelidos galegos.

Cervantes salfire a súa magna obra de múltiples referencias ás árbores. Moitas veces sen especificar a clase, o tipo: En resolución, aquella noche la pasaron entre unos árboles (I, VIII).

Se entró por un bosque que allí junto estaba (I, X).

En las  quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas (I, XI).

Los árboles destas montañas son mi compañía; las claras aguas destos arroyos, mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura (I, XIV).

(Ilustración de G. Doré)

 

Conservo mi limpieza con la compañía de los árboles (I, XIV).

Angélica la Bella había cometido vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas (I, XXV).

Había por allí muchos árboles silvestres y algunas plantas y flores, que hacían el lugar apacible. Este sitio escogió el Caballero de la Triste Figura para hacer su penitencia (I, XXV).

mis continos y profundos sospiros moverán a la contina las hojas destos montaraces árboles, en testimonio y señal de la pena que mi asendereado corazón padece (I, XXV).

No te dé pena ese cuidado -respondió don Quijote-, porque, aunque tuviera, no comiera otra cosa que las yerbas y frutos que este prado y estos árboles me dieren (I, XXV).

¿para qué quiero yo tomar trabajo agora de desnudarme del todo, ni dar pesadumbre a estos árboles, que no me han hecho mal alguno? (I, XXV).

Vemos que as árbores son elementos imprescindibles para caracterizar un locus amoenus e poden converterse en seres amigos, en ocasións os únicos  seres amigos…

 

(Debuxo de Carnicero e gravado de Ballester. S. XVIII)

 

Tamén podemos observar que algúns costumes non cambian: don Quijote gravaba signos de amor desesperado na codia das árbores, ao igual que hoxe, en que moitos namorados escriben os nomes amados e gravan corazóns…

 

y, así, se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea. Mas los que se pudieron hallar enteros y que se pudiesen leer después que a él allí le hallaron no fueron más que estos que aquí se siguen: Árboles, yerbas y plantas / que en aqueste sitio estáis, (…) (I, XXVI, penitencia de don Quijote).

Outros costumes, en troques, pasaron á historia e quedan como prototipo de usos cabaleirescos. Como aquel costume de colgar, a modo de trofeo, as armas das árbores:

(Frontispicio de Don Quijote. Vemos as armas limpas e brillantes. Debuxo de Carnicero e gravado de Selma)

 

Señor -respondió Sancho-, no es cosa tan gustosa el caminar a pie, que me mueva e incite a hacer grandes jornadas. Dejemos estas armas colgadas de algún árbol, en lugar de un ahorcado, y ocupando yo las espaldas del rucio, levantados los pies del suelo, haremos las jornadas como vuestra merced las pidiere y midiere, que pensar que tengo de caminar a pie y hacerlas grandes es pensar en lo escusado.

- Bien has dicho, Sancho -respondió don Quijote-: cuélguense mis armas por trofeo, y al pie dellas o alrededor dellas grabaremos en los árboles lo que en el trofeo de las armas de Roldán estaba escrito: “Nadie las mueva / que estar no pueda / con Roldán a prueba” (II, LXVI)

Vedes que había que respectar este uso. Non vos podería dicir cando se orixina. Merece, porén, un certo estudo: parece que xa os druídas colgaban trofeos das árbores. Lemos nunha revista decimonónica titulada Alrededor del mundo estas liñas -que non puidemos documentar en ningún autor latino-: 

 


 

Que os trofeos se colgaban é un feito. Supoñemos que das árbores tamén. No acto I de Xulio César de Shakespeare, Flavio di: Non deixedes que imaxe ningunha sexa colgada cos trofeos de César.

Si que aparece tamén documentado nos libros de cabalarías:

estor vido estar colgados delos pinos quarenta escudos y otros tantos yelmos y otras tantas espadas y quando estor esto uio marauillose mucho. (CORDE: c. 1414.Anónimo, Traduccción de Lanzarote del Lago).

 

(A penitencia de don Quijote en Serra Morena. Vedes as armas do cabaleiro manchego colgadas dunha árbore. Ilustración de Doré)

 

Outras veces as árbores poden entrar a formar parte de comparanzas prototípicas: el caballero andante sin dama es como el árbol sin hojas (I, I).

Pero no libro aparecen moitas árbores concretas. A que se cita máis veces é a ACIÑEIRA (máis de 20 veces). Aínda a día de hoxe esa árbore é a máis abondante na península ibérica:

Y, asiéndole del brazo, le tornó a atar a la encina, donde le dio tantos azotes, que le dejó por muerto (I, III)

 


 

a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una  encina , y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba (I, IV)

Don Roldán me ha molido a palos con el tronco de una encina (I, VII)

Yo me acuerdo haber leído que un caballero español llamado Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en una batalla roto la espada, desgajó de una encina un pesado ramo o tronco, y con él hizo tales cosas aquel día y machacó tantos moros, que le quedó por sobrenombre "Machuca" (I, VIII)

Cuál hay que pasa todas las horas de la noche sentado al pie de alguna encina o peñasco, y allí, sin plegar los llorosos ojos, embebecido y transportado en sus pensamientos (I, XII)

desamparó al rucio y dio a correr cuanto pudo, y procurando subirse sobre una alta encina, no fue posible, antes estando ya a la mitad della, asido de una rama, pugnando por subir a la cima, fue tan corto de ventura y tan desgraciado, que se desgajó la rama, y al venir al suelo, se quedó en el aire, asido de un gancho de la encina, sin poder llegar al suelo (II, XXXIII).

y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda (II, LIII)

Tamén vemos a aciñeira nas comparativas:

pobre doncella, mándote, digo, mala ventura, pues las has habido con una alma de esparto y con un corazón de encina (II,  LXX).

Etc.

Se non erramos, seguen en frecuencia as SOBREIRAS. De resonancias para nós tan medievais (A dona fremosa do Soveral…):

Los  valientes alcornoques  despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas (I, XI)

Mandó en su testamento que le enterrasen (…) al pie de la peña donde está la fuente del alcornoque (I, XII, quen deixa iso mandado é Grisóstomo).

Vimos al pie de un alcornoque un pastor mozo que con grande reposo y descuido estaba labrando un palo con un cuchillo (I, XLI).

Finalmente Sancho se quedó dormido al pie de un alcornoque, y don Quijote, dormitando al de una robusta  encina  (II, XII) etc.

Entra tamén nas frases comparativas:

mi señora Dulcinea, que yo le diré tales cosas de las necedades y locuras, que todo es uno, que vuestra merced ha hecho y queda haciendo, que la venga a poner más blanda que un guante, aunque la halle más dura que un alcornoque (I, XXV).

(Sancho e a flaxelación ordenada por Merlín. Ilustración de Doré)

 

Tamén hai moitas FAIAS:

No está muy lejos de aquí un sitio donde hay casi dos docenas de altas hayas, y no hay ninguna que en su lisa corteza no tenga grabado y escrito el nombre de Marcela (I, XII)

Volvió Sancho a su tarea con tanto denuedo, que ya había quitado las cortezas a muchos árboles: tal era la riguridad con que se azotaba; y alzando una vez la voz y dando un desaforado azote en una haya, dijo: (II, LXXI)

se sentaron al pie de una haya, dejando a los peregrinos sepultados en dulce sueño, y Ricote, sin tropezar nada en su lengua morisca, en la pura castellana le dijo las siguientes razones (II, LIIII)

Don Quijote, arrimado a un tronco de una haya, o de un alcornoque (que Cide Hamete Benengeli no distingue el árbol que era), al son de sus mesmos suspiros cantó de esta suerte: (II, LXVIII)

E hai ÁLAMOS:

mandó a Sancho que lo mesmo hiciese del rucio y que a entrambas bestias las atase muy bien juntas al tronco de un  álamo o  sauce que allí estaba (II, XXIX)

Sentábase en un poyo que debajo de un gran  álamo  está en nuestra plaza y allí nos tenía a todos la boca abierta, pendientes de las hazañas que nos iba contando. (fálase de Vicente de la Rosa, protagonista da historia que conta un dos cabreiros, I, LI).

(Debuxo de Castillo e gravado de Mole)

 

Hai apenas un CARBALLO:

Hete dicho esto porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno como aquel que me imagino; y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas (I, VIII: os nosos protagonistas non viaxan por terras onde haxa carballeiras, como sabedes moi ben, a pseudo sinonimia coa aciñeira do texto está ben trazada porque esoutra árbore é a máis próxima ao carballo das que abundan na península: as dúas árbores son quercus).

CIPRESES:

Coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano. (I, XIII).

 

(Carnicero e Barcelon)

 

FREIXOS:

cuando detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a un mozo vestido como labrador (I,  XXVIII).

LARANXEIRAS:

Así es la verdad -dijo Maritornes-, y a buena fe que yo también gusto mucho de oír aquellas cosas, que son muy lindas, y más cuando cuentan que se está la otra señora debajo de unos naranjos abrazada con su caballero (I, XXXII).

 

(Carnicero e Fabregat)

 

OLIVEIRAS:

De tanta confusión no las arenas / del padre Tajo oirán los tristes ecos, /ni del famoso Betis las olivas, / que allí se esparcirán mis duras penas (I, XIIII, canción de Grisóstomo).

OLMOS ou UMEIROS:

Lo primero que se le ofreció a la vista de Sancho fue, espetado en un asador de un  olmo  entero, un entero novillo (No episodio das vodas de Camacho)

Con esto se metieron en la alameda, y don Quijote se acomodó al pie de un olmo y Sancho al de una haya, que estos tales árboles y otros sus semejantes siempre tienen pies, y no manos. (II, 28: aquí Cervantes proba ser un bo filólogo, máis en concreto, fraseólogo)

PIÑEIROS:

Me santiguaron los hombros con sus pinos (I, XV, aínda que só formen parte dunha sinécdoque)

Respondió Teresa que se viniesen con ella a su casa y verían el mensajero, que era un mancebo como un pino de oro, (II, L, aquí tamén forma parte dun tropos).

 

(Doré)

 

SALGUEIROS:

a entrambas bestias las atase muy bien juntas al tronco de un álamo sauce que allí estaba (II, XXIX).

en cuyo suave licor bañándose las yerbas, parecía asimesmo que ellas brotaban y llovían blanco y menudo aljófar; los sauces destilaban maná sabroso, reíanse las fuentes, murmuraban los arroyos, alegrábanse las selvas y enriquecíanse los prados con su venida (II, 14) etc.

 

(Encontro con Dorotea)

 

E TEIXOS:

Guirnaldas, que, a lo que después pareció, eran cuál de tejo y cuál de ciprés (I, XIII).

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NOTA: 

As ilustracións de Doré están tiradas da páxina correspondente do Centro Virtual Cervantes. As ilustracións do XVIII destoutra páxina: 

https://liburutegibiltegi.bizkaia.eus/handle/20.500.11938/68574