ENTREVISTA
A AMANCIO PRADA
Xosé
Pérez Mondelo e Mª Rosario Soto- Moitas grazas, señor Prada, por concedernos
algo do seu valioso tempo. Podemos empezar coa infancia e adolescencia, se lle
parece ben. Díganos: está inda en pé a casa na que naceu? Como foi a súa
inmersión na lingua e na cultura galego-berciana-castelá? E con respecto aos
seus estudos de bacharelato, onde os cursou? Algunha vivencia grata daquel
período que queira actualizar para nós?
-Nací
en Dehesas, un pueblo cerca de Ponferrada junto al rio Sil, donde aprendí a nadar. La casa donde
nací era una casa de planta baja, pegada a la carretera, que entonces era un
camino de tierra. Cuando tenía cuatro años mi padre la derribó en parte para
construir sobre ella una más grande, con ladrillo y cantos rodados del Sil. Esa
casa sí sigue en pie y es donde ahora vive mi hermano Jóse, el más joven de los
cuatro hermanos. Es la casa de mis recuerdos realmente: con un portal detrás
para guardar el carro y la hierba, la cuadra de las vacas (la Roja, la Estrella,
la Mora y la Navarra) y las gallinas, un par de cerdos y alguna cabra. Más la
huerta, claro. Una infancia rural a tope, ayudando a mis padres en lo que
podíamos hacer los niños: cortar leña, ir de pastor, sacar el abono de las
cuadras, regar los praos, apicar los pimientos y ayudar a mi madre a traer el
balde de la ropa que lavaba en la Fuente de la Marcela y a colgarla a secar en
el desván donde la lluvia sonaba con un rumor de manzanas y pardales. Aquel
mundo rural se expresaba lo mismo en gallego que en castellano, espontáneamente,
sin darnos cuenta pasábamos de una lengua a otra. En un gallego silvestre, nada
ortodoxo desde luego, pero vivo, original. Así, hasta los diez años en que me
mandaron a estudiar con los frailes salesianos en Cambados. No había cumplido
diez años. Me subí al tren en la estación de Ponferrada. Un expreso nocturno
que venía del más allá con un vagón cargado de vocaciones salesianas. Hicimos
trasbordo de madrugada en Redondela. Al bajar del tren sentí una sensacion extraña,
un aroma nuevo, no sabía qué. Cuando partió el tren que nos había llevado pude ver
el mar por primera vez, allí tan cerca, desde lo alto. ¡O mar, era o mar!. Y la
isla de San Simón, la isla de Meendiño también cerca… Pero ésa es otra
historia.
Los
cuatro años que pasé con los salesianos fueron felices, estudiábamos por
estudiar, rezábamos cantando, aprendí a tocar la bandurria, fui de solista en
el coro, hacíamos teatro, incluso montamos la zarzuela de El Barberillo de
Lavapiés con la Banda de Castrelo que dirigía el maestro Montañés, excursiones unas
veces al mar, otras a la montaña… No sigo contando porque el cuento sería muy
largo. El caso fue que con los ardores de la pubertad perdí la vocación y volví
a casa con mis padres y a la labranza. Terminé el bachillerato en Ponferrada. Después
fui a estudiar a Valladolid “Dirección de Empresas Agrarias”. Allí empecé a
componer las primeras canciones de Rosalía de Castro.
(O río Sil ao seu paso por Dehesas, foto tomada da Internet)
-Con
posterioridade trasládase a París, a estudar socioloxía na Sorbona na década
dos 70. E alí edita “Vida e morte”, o primeiro disco e os primeiros poetas
musicados: Rosalía, Darío X. Cabana, Celso Emilio… Fálenos algo, por favor, da
xénese dese proxecto do primeiro L.P.
-
Precisamente con una de aquellas primeras canciones rosalianas me presenté al
Festival de la Juventud de Alar del Rey, un pueblo cereal de Palencia. El
verano del 69, yendo a Valladolid a recoger los papeles académicos para poder matricularme
en la Sorbona, me enteré de la celebración inminente de aquel Festival dedicado
a la canción de autor. Así que cogí otro tren y para allá que fui. Canté “Pra A
Habana”, un extenso poema de Rosalía sobre la emigración, una canción nada
festivalera, desde luego, y además en gallego.
Como no tenía ni guitarra, alguien me dejó la suya. Y ante mi sorpresa,
me dieron el primer premio!. El premio consistía en una Galleta de Oro y diez
mil pesetas, justo lo que costaba una guitarra que había visto dos días antes en
Valladolid. Así que de Alar volví a Valladolid y la compré. Aquella guitarra fue
la llave que me abrió las puertas de mi primer otoño en Paris. Y con aquella
guitarra que gané cantando a Rosalía compuse poco tiempo después, ya en Paris, mi
primera canción de Federico García Lorca,
La Guitarra, precisamente: “Arena del Sur caliente que pide camelias
blancas…”. ¡Camelias blancas! Reparo ahora en esas cosas pensando en los Seis
Poemas Galegos de Lorca que canto en el concierto escéncio “A Rosalía de
Federico”.
“Vida
e Morte” se grabó en noviembre de 1973 en los estudios Sofreson de Paris. La
grabación se realizó gracias al entusiasmo de un matrimonio judío, Madame et
Monsieur Lévi Alvarès, propietarios de la compañía discográfica La Boîte à
Musique. Ya no me acuerdo bien cómo empezó la cosa. Creo que la señora Alvarés
me vio cantar en uno de los programas que Radio France grababa en directo en el
Teatro de la Gaîté-Montparnasse, un programa titulado Libre Parcours Variétés,
producido y presentado por Eve Griliquez, la Grigrí, como la llamaba
cariñosamente Paco Ibáñez, mujer a quien tanto le debemos los artistas jóvenes
y extranjeros que andábamos por allí tratando de empezar. El caso fue que a los
señores Alvarès les gustó mi forma de
cantar y enseguida me propusieron grabar un disco, con el repertorio que yo
quisiera y tal como me habían visto en directo, o sea, con guitarra y
violonchelo. Sin más historias. Y es
que, un año antes, una amiga parisina, Claudine Ducos, me había presentado al
violonchelista argentino Eduardo Gattinoni, cuando buscaba yo un chelo o un
contrabajo para acompañarme durante las tres semanas que iba a cantar de telonero
de Georges Brassens, en el Teatro Bobinó. LO de Bobinó fue en diciembre del 72,
el disco lo grabaría justo un año más tarde. Aquella conjunción de guitarra y
violonchelo marcaría felizmente toda mi trayectoria musical hasta hoy.
A
veces me han preguntado por la evolución artística desde aquel primer LP. No
estoy seguro, pero me parece que cuando alguien hace algo por vocación, como ha
sido mi caso, digamos que canta como respira, cuando el canto se nutre de la
poesía que siente como una savia interior, eso suele ser así para siempre, no
cambia, uno es como es, natural, igual que un manzano da manzanas. En ese
sentido creo que Vida e Morte, valga lo que valga, con todos sus defectos, es la
semilla de todo lo que vino después. Pues en ese disco está reflejada mi
condición de cantor bilingüe, en gallego y castellano, la poesía como sostén y sustento
de inspiración musical y aquella conjunción de guitarra y violonchelo marcaría
felizmente toda mi trayectoria musical hasta hoy.
-Sabía
vostede que moitos de nós, docentes da lingua e literatura galegas, aprendimos
a obra dos nosos grandes poetas na aula co casette de Amancio Prada na man?
Abrámonos á súa obra, os outros discos, xa clásicos en boa medida: Rosalía, Cunqueiro,
os poetas medievais; iso no ámbito galaico-portugués; San Juan, Lorca, García
Calvo, no ámbito do castelán… Hai unha absoluta identificación, simbiose,
fusión entre a obra previa e a creación súa. Quen escolleu a quen? Xa estaba a
música dentro dos poemas?
-
Gracias. Me alegra que mis canciones puedan ayudar a descubrir la poesía y
cogerle gusto, afición. Qué bien. La letra con música entra. A mí me pasó lo
mismo cuando escuché cantar a Paco Ibáñez. En cuanto a quién escoge a quién...
Es como en el amor. No vale buscar y nadie escoge. Uno se enamora y ya está.
Llevo años en este camino en el que lo he puesto todo, es mi vida. Caminamos
sobre huellas. Doy lo que otros me han dado a mí, cuanto vive en las palabras
de los enamorados y los poetas. Lo que hago es oir las voces, la música
callada, y entonces, cuando suena, la melodía que aparece se parece a un
regalo.
-Vemos
que tamén é sensible ante a música popular: aí está “Caravel de caraveles”.
Segue tendo valor este tipo de música? Segue vostede valorándoa?
-
Sí. El cancionero popular de Galicia es un tesoro inmenso al que he dedicado dos
discos: Caravel de Caraveles en 1976 y
Coplas de mar e terra en el 99. Son canciones que siguen vivas y presentes en
mis recitales. Recuerdo lo que escribí en la presentación de Caravel, hace casi
cuarenta años: Por
ventura, y a pesar de un tiempo tan adverso, aún se puede hablar de folclore
gallego como de algo vivo, sonoro en la garganta del pueblo. ¿Por cuánto
tiempo? Esto es lo que preocupa, porque el proceso de degradación por la
industria cultural, entre otras, parece irreversible y que no hay quien lo
pare. Claro que, ¿podía ser de otra manera? Porque el cantar del pueblo
desaparece junto con aquel medio y modo de vida rural que lo creara. No se
olvide que, hasta ayer, hijos todos o nietos de labriegos. Pero los arrieros se
perdieron en la niebla del tiempo y su cantar con ellos; la tierra ya se labra
con tractores y máquinas cuyo ronroneo asorda el canto; y como el pueblo no
canta porque le escuchen, con el folclore de verdad no hay profesionalidad que
valga. No nos queda, entonces, sino la recreación, el recuerdo y la nostalgia.
Que esto quiere ser Caravel de Caraveles: un recuerdo vivo. Con el afán, eso
sí, de recrear aquellas canciones, fruto luminoso de oscurecido origen, respetando
la gracia popular, aun cuando la instrumentación y la armonía aquí empleadas
suponen una interpretación particular y siempre subjetiva. Pero también pensar en
esos hombres y mujeres que se agrupan en corales y bailan y cantan, salvando
del olvido tantas coplas, tanto saber. Su afición y entusiasmo nos alienta y a
su canto uno yo, humildemente, el mío. Algo así venía a decir. El problema
sigue siendo el ruido. Hay mucho ruido en todas partes. Y así no hay quien
cante. Pero cuando surge un canto de ronda entre amigos o escuchas de milagro
la salmodia de una voz sola en el campo, cuánta emoción, qué maravilla.
-Díganos
agora, se é tan amable, como é a recepción da nosa música e da nosa poesía no
mundo? Ninguén mellor que vostede para contestarnos, tanto mundo percorrido…
-
La música sobrevuela todas las fronteras. Es verdad que en mi caso, es
importante entender la letra, la poesía que canto, pero como diría San Juan de
la Cruz, no es menester entender para que haga efecto de amor y afición en el
alma. Es cierto. El año pasado hice una gira por Brasil, canté en Paris, en
Nueva York y en Rabat... La semana pasada estuve cantando en la India. Y, lo
que digo, mejor si se entiende, pero no es necesario. También yo me emocioné y
de qué manera escuchando cantar en Santeniketán una canción de Tagore en
bengalí.
-Como
ve a música galega hoxe?
-
Creo que ha habido un resurgir espléndido de solistas y grupos muy diversos que
han descubierto el tesoro anónimo de la música popular y lo están recreando con mucha gracia, sobre todo instrumental.
-E
os seus novos proxectos?
-
En 2014 edité dos discos: “Resonacias de Rosalía”, una recopilación revisada de
mi repertorio rosaliano, y el libro-disco “Federico García Lorca: Poeta en
Galicia”, con los Seis Poemas Galegos y su “Salutación elegíaca a Rosalía de
Castro”. El 28 de marzo próximo estrenaré en Ávila “La voz descalza de Teresa
de Jesús y Juan de la Cruz”, un nuevo recital escénico que grabaré más
adelante. Hace tiempo que prefiero grabar el disco después de cantarlo en
directo, cuantas más veces mejor.
-Como
educadores que somos, quixeramos saber a súa opinión sobre o papel da música
galega, tanto popular como culta, no mundo escolar.
-
A la música y a las artes en general habría que darle mucha más importancia. Recuperar
el espírito de la Institución Libre Enseñanza o el ejemplo que Rabindranath
Tagore plasmó en su Escuela de Saneniketan.
-Esta
xa é a derradeira pregunta: se volve a vista atrás e mira o vivido, diría que
sacrificou cousas no altar da arte? E se a resposta é positiva, pagou a pena?
-
No tengo la sensación de haber sacrificado nada. Todo lo contrario, he tenido
la suerte de haber convertido en profesión una vocación muy temprana. Una
suerte que le deseo a todo el mundo. De casi todo tengo más de lo que necesito,
y seguramente más de lo que merezco.
-Moitísimas
grazas, señor Prada pola súa xentileza impagable. Desexámoslle de corazón un
ventureiro ano 2015 e unha longa permanencia entre nós, os membros da tribo.
Tribo plurilingüe que ama a palabra e a voz.
–
Soy yo quien les da las gracias. Por su atención y sobre todo por su labor
docente. Es la profesión más noble que hay. Sé que los tiempos son difíciles,
pero ánimo, no pierdan el entusiasmo. Hay que contar y cantar con las
inclemencias del tiempo. Para vivir y para soñar. Un abrazo.